¿Alguna vez has tenido la sensación de no poder controlar la ansiedad por la comida, siendo capaz de devorar cualquier alimento sin respirar?
Si por un momento te detuvieras a analizar ese impulso que te provoca tal reacción, probablemente te darías cuenta del estrecho vínculo que existe entre ansiedad y emociones.
Esta ansiedad genera miedo y posteriormente culpabilidad, pero la falta de conocimiento de las propias emociones solo conduce a un círculo vicioso de sentimientos negativos, de los que difícilmente se sale, a menos que el paciente decida hacer un alto.
Desde un nuevo trabajo, una mudanza, pasando por un descontrol hormonal hasta malos hábitos de alimentación, pueden ser las causas que originen la ansiedad por comer bajo la denominación de atracón.
Pero comer vorazmente, no siempre es fruto de las emociones. Una dieta pobre también puede desembocar en ansiedad por alimentos ricos en grasas y con altos niveles de glucosa. En este caso, el cuerpo está reaccionando de un modo normal, ya que al no estar cubriendo el requerimiento calórico a la largo del día lo solicita en algún momento en forma de alimentos que le pueden aportar grandes dosis de energía y azúcar de forma inmediata. De este modo, el páncreas segrega una cantidad elevada de insulina en respuesta al atracón, por lo que al poco tiempo se volverá a tener hambre de alimentos dulces.
Qué ocurre en nuestro cerebro
La responsable de esa ansiedad es la serotonina, un neurotransmisor cerebral relacionado con el estado del ánimo, que influye en el apetito. A mayores cantidades de serotonina, menos cantidad de alimento se precisa y mayor estabilidad emocional. Y viceversa, bajos niveles en sangre están vinculados con depresión y ansiedad con la comida, sobre todo con los dulces.
Existen medicamentos encargados de regular este neurotransmisor aunque el paciente también puede controlar la ansiedad por la comida de forma natural:
Plan de alimentación
Tener definido, por ejemplo, un plan alimenticio de proteínas con tres comidas principales y dos snacks entre éstas, es el primer paso fundamental para controlar la ansiedad. De este modo se consigue que los niveles de azúcar e insulina estén estabilizados.
Ejercicio
Practicar algún deporte ayuda a despejar la mente facilitando la relajación a la persona con ansiedad y manteniéndola alejada de la cocina. El sedentarismo está altamente relacionado con la obesidad ya que existen mayores indicios de acudir a la comida como método compensatorio para matar el tiempo. El solo hecho de caminar ya supone una activación para el cuerpo y una forma importante de ejercitarlo.
La importancia de las proteínas
Las proteínas tienen una digestión más lenta que los carbohidratos y sacian durante más tiempo. Los platos principales deben de ir siempre acompañados de carnes y aves magras, claras y huevos enteros, quesos muy bajos en grasas y altos en proteínas.
Las grasas no son tan malas como parecen
Aceite de oliva, nueces, cacahuetes, almendras, pistachos, avellanas o aguacate son muy altos en nutrientes y, al igual que las proteínas, mantienen saciados durante más tiempo.
Fibra
La fibra es otra de las claves en una dieta equilibrada para evitar la ansiedad. La fibra también ayuda a mantener la sensación de saciedad durante un largo periodo.
Tomar bastante agua
La sensación de hambre y sed están muy relacionadas siendo confundida en muchas ocasiones.
A continuación, mostramos ejemplos de meriendas ideales para controlar la ansiedad por la comida entre las horas:
Ejemplo de meriendas:
- Si se tiene ansiedad por dulces vendría bien, por ejemplo:
- Manzana roja + Té edulcorado
- Galletas de arroz o maíz con mermelada sin azúcar baja en calorías
- Galletas integrales sin azúcar
- Chocolate oscuro mayor a 70% de cacao
A continuación una infografía para combatir la ansiedad con alimentos ideales para los momentos de dulce y salado: