Los patrones alimentarios y hábitos de vida transmitidos en la familia; de padres a hijos es la clave en el desarrollo de la obesidad. Si los padres sufren sobrepeso u obesidad, la probabilidad de que los niños lo sufran es muy elevada; produciéndose obesidad infantil.
La obesidad está relacionada con factores genéticos, que marcan una predisposición a padecerla pero los factores ambientales son los detonantes. La influencia mediática orientada al consumo de alimentos hipercalóricos y poco nutritivos y un estilo de vida sedentario también afecta.
Los niños aprenden principalmente por observación y repetición y si en un hogar los padres sufren sobrepeso u obesidad, tienen hábitos alimentarios inadecuados, los horarios y patrones de comida no están regulados, la calidad de alimentos que se consumen es baja y el estilo de vida es sedentario, la probabilidad de sobrepeso u obesidad en el niño que ve y vive esta situación, aumenta.
El verdadero problema de la obesidad infantil son las enfermedades asociadas; un niño con sobrepeso puede presentar diabetes, enfermedades cardíacas, hipertensión arterial, el ictus, problemas ortopédicos y algunos tipos de cáncer.
El 10% de los niños en edad escolar (entre 5 y 17 años) tienen exceso de grasa corporal y una cuarta parte de ellos son obesos según estimaciones del International Obesity TaskForce (IOTF).
La obesidad infantil debe abordarse desde un equipo multifactorial que abarque áreas nutricionales, entrenamiento físico y apoyo psiconutricional: orientado a mejorar la autoestima personal y autocontrol de la comida, con periodicidad frecuente y enfocada a toda la familia.
En el caso de padres con sobrepeso u obesidad, es fundamental que el tratamiento de pérdida de peso sea llevado por toda la familia. Si los padres no adoptan hábitos de vida y nutrición saludables, el niño no lo hará y si los padres no dan importancia a la pérdida de peso propio y del niño, éste tampoco lo hará.
El objetivos es conseguir un estilo de vida sana que promueva el consumo de alimentos nutritivos y mejor calidad. Es importante incluir actividades físicas que resulten recreativas y de disfrute para toda la familia.
La pérdida de peso debe ser progresiva y equilibrada y no debe importar el tiempo empleado si el resultado es el adecuado.
Para tener hábitos saludables recomendamos:
- Lactancia materna hasta los 6 primeros meses de vida.
- Evitar azúcares y almidones en la leche artificial.
- No obligar al niño a terminar su plato. Permitirle regular su propia ingesta calórica.
- Promover una dieta para toda la familia con nutrientes necesarios.
- Realizar siempre el desayuno.
- Realizar meriendas saludables; cereales integrales, hortalizas, frutas.
- Evitar o reducir las bebidas azucaradas.
- Realizar la mayor cantidad de comidas en familia.
- Controlar el tiempo que el niño ve la televisión.
- Realizar actividades en familia que promuevan la unión familiar y vida activa: juegos activos, paseos, etc.
- Promover una comunicación familiar y enseñar con el ejemplo.
Nathaly Bayed. Psicóloga de Clínicas Diego de León